Esta edificación, no es un torreón en sí mismo, si no los restos del ábside central de una iglesia inacabada. Con el paso del tiempo, El Torreón se ha convertido en mucho más que unas antiguas ruinas transformándose en la imagen icónica de Guijuelo. Tanto es así, que es la imagen principal del escudo local, que junto con las abejas, que representan la laboriosidad de los guijuleneses y las bellotas, alimento principal del cerdo ibérico, se convierten en un símbolo de las raíces y la esencia de la Villa Chacinera.
La Infanta Doña Catalina, hermana de Juan II de Castilla, recibió como dote al nacer el señorío de Salvatierra. Se casó en el año 1420 con el Infante don Enrique de Aragón, que tuvo gran participación en las luchas del reinado de Juan II. Al poco tiempo, don Enrique fue acusado en las Cortes de Madrid de 1421 de tratos con el rey moro de Granada y puesto en prisión confiscándose sus bienes. La Infanta huyó entonces a Valencia buscando la protección de su cuñado Alfonso V de Aragón. El acercamiento del rey aragonés a Juan II logró la lealtad de don Enrique y la devolución de sus posesiones. Vuelta la Infanta a Castilla ordenó, en 1425, la ampliación de la Iglesia de Santa María de Salvatierra y en Guijuelo la construcción de la iglesia del Torreón a la que se denominó de Nuestra Señora de la Misericordia.
Dicha iglesia no comenzó a construirse hasta 1575 y jamás se concluyó. Únicamente se edificó la capilla mayor, ya que se unieron diversas circunstancias que dificultaron el progreso de las obras. Por una parte, el lugar elegido, alejado del núcleo principal de población, en un alto, donde las inclemencias meteorológicas dificultaban su mantenimiento y fomentaban el deterioro, y por otra las dificultades económicas que paralizaron la obra en 1606, intentando continuarlas años después de forma fallida debido a que la guerra de Portugal (que tuvo lugar entre 1640 y 1668), requirió del apoyo económico de toda la zona.